el Vals de Victoria
una rotura cautiva quietud pesada e inquietante lágrimas gruesas contornean una mejilla tibia una aceptación silenciosa de algo que sigue doliendo y memorarlo un compás a una rutina azul en espacios de certeza delicada una ventana cerrada desde donde alguien dedica su mirada a la escucha melancólica del mar que acuna alguna historia de aguas después de tormenta al nombrarla se deshace frágil y solitaria, así como amar a la luna Vals de Victoria y acaricia una derrota que se esconderá siempre bajo las arrugas de su piel